
Se cumplen ahora 40 años desde que el hombre puso el pie en la luna por primera vez. Yo ni siquiera había nacido, pero imagino que para aquellos que lo vieron por televisión, debió de ser como aquel 11 de septiembre cuando pensamos que en el telediario del mediodía promocionaban la última superproducción de Hollywood.
Algo irreal, extraordinario, nunca visto ni oído, aunque sí imaginado. Desde siempre, la mente humana ha sentido fascinación por las estrellas, por el Universo, por su influencia en nuestras vidas. Sin ir más lejos, nuestro satélite vecino marca las mareas, partos, humores y serenatas que no serían lo mismo sin la luz de la luna. Esa luz que en época romana se creía que volvía loco a aquel que se quedara dormido con su reflejo en la cabeza.
A la luz de la luna se cometen crímenes y se practica sexo, se susurran versos y se hurtan billetes, se escapan las caricias más furtivas y el color de plata penetra por todo aquel hueco que deje paso a su influjo.
La mente humana, siempre inquieta, ya dice que lo próximo es Marte, y quien sabe si allí encontraremos seres verdes con antenas.
Lo seguro, es que mientras tanto seguiremos disfrutando del paisaje de una hermosa bola hinchada y amarilla en las noches en que la luna llena está baja, y los criminales, los amantes, los poetas, los ladrones, los furtivos seguirán convirtiéndose en lunáticos empedernidos.
1 comentario:
Sabes que es lo mejor de todo...que estés donde estés, lejos de quién estes, si miras al cielo, veis la misma luna.
Un besito niño
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