
Recién salida del horno está la noticia de que Pau Gasols acaba de fichar por Los Angeles Lakers. Y muchos de ustedes dirán: "¿Y qué me importa a mí eso?". Incluso puede que ni siquiera sepan que Los Angeles Lakers es uno de los mejores equipos de baloncesto, de la mejor liga de este deporte del mundo, la NBA. Y están en todo su derecho de no importarle esta noticia, y de no tener por qué saber nada sobre este, para muchos, legendario equipo.
Sin embargo, como español, y miembro de la generación que veíamos por primera vez en pantalla a los Larry Bird, Michael Jordan, Magic Johnson, el hecho de que un gigante con sabor hispano se pegue codazos debajo de la canasta en la pista central del Staples Center, y con el habitual Jack Nickolson (el cual tiene su asiento reservado junto al banquillo, en primerísima fila) aplaudiendo los encestes que a partir de ahora se multiplicaran en las manos de Pau; todo esto no deja de entusiasmarme.
Y es que aunque no se sea aficionado al baloncesto, o a la Formula 1, o a la danza, o a tantos otras disciplinas donde tenemos compatriotas destacando a nivel mundial, hay que reconocer lo extraordinario de gente como Gasols, y lo que de inspiración tiene su caso. Tesón, fe en uno mismo, entusiasmo, trabajo continuo son algunos de los ingredientes que nuestras figuras comparten, pero sobre todo, la más importante: la visión clara de hacer posible lo imposible.
Ya que me encuentro en Los Angeles, haré posible sentarme en un asiento del Staples Center a ver machacar el aro que antaño mateaban los Bird, Jordan y compañía, a un jugador que en vez de decir "Oh, yeah!", gritará después de un triple "¡Sí, joder!".