
Para un actor, trabajar, rara es la ocasión en que no es un placer. Cuando tienes la suerte de ser parte de un proyecto especial, el placer se convierte en la conciencia de estar viviendo unos momentos extraordinarios e irrepetibles. Estos dos adjetivos: "extraordinario" e "irrepetible", son las dos primeras palabras que salen de mi boca cuando oigo el nombre de Pablo Pineda.
Durante los meses de Septiembre y Octubre, he estado rodando la película "Yo También" en Sevilla. Es un trabajo que arrancó un año atrás con los ensayos de la misma. Al mando de Álvaro Pastor y Antonio Naharro, producida por Julio Médem y Promico Imagen, y con un maravilloso elenco encabezado por el mismo Pablo y Lola Dueñas, acompañados por Consuelo Trujillo, Teresa Arbolí, Ana de los Riscos, Ana Peregrina, Catalina Lladó, Isabel García Lorca, Pedro Álvarez-Ossorio, María García, Apolinar Gallardo, Danza Mobile y éste que les escribe entre otros, durante varias semanas tuvimos la oportunidad de compartir una experiencia que no te dejaba indiferente.
Ver trabajar a Pablo y convivir con él, era como ponerte un espejo delante para ver la pasión, humanidad, profesionalidad, generosidad, afán de superación, de la que a veces nos hemos olvidado que tenemos, o la hemos ido dejando por el camino intencionadamente al vaivén de las circunstancias.
Su risa contagiosa entre toma y toma y su espontaneidad, desmontaban cualquier momento de tensión, o máscara que los "capacitados" llevamos de aquí para allá.
Trabajar junto a este catedrático de la vida ha sido un curso intensivo de "Cómo ser humano y triunfar en el intento". Alguna vez a él lo he escuchado proclamarse como "un D. Quijote", por su incensante lucha por la igualdad de todos los seres. Con toda la sinceridad que él me ha regalado, y algunos kilos de menos de los que el personaje requiere, te doy mil gracias, y me declaro tu humilde escudero, "Sancho Panza".